En la iglesia de Santa María de Villalcázar de Sirga, encontramos la capilla de Santiago, un espacio cargado de historia y simbolismo. Construida en el siglo XIV, esta capilla se ilumina gracias a un hermoso rosetón y se cubre con una bóveda de crucería, decorada con los escudos de la Orden de Santiago. Esta orden militar asumió gran parte del control de Villalcázar tras la disolución de los templarios, que habían dominado la localidad durante la Edad Media.
El elemento más destacado de esta capilla son los tres sepulcros góticos que alberga. Dos de ellos pertenecen al infante Felipe de Castilla y a su segunda esposa, posiblemente Inés de Guevara. El tercero corresponde al caballero Juan de Pereira, miembro de la Orden de Santiago.
Los sepulcros de don Felipe e Inés de Guevara son auténticas obras maestras de la escultura medieval española. Están esculpidos en piedra policromada y presentan un nivel de detalle excepcional.
El infante Felipe, nacido en 1231, era hijo del rey Fernando III y de Beatriz de Suabia. Su vida estuvo marcada por los conflictos con su hermano mayor, Alfonso X el Sabio. Aunque comenzó su formación en la carrera eclesiástica en París, la abandonó para casarse con la princesa Cristina de Noruega. Más tarde, contrajo matrimonio en dos ocasiones más. Falleció en 1274 y fue enterrado en este templo junto a su segunda esposa.
Su sepulcro es particularmente innovador para su época. En los cuatro lados del sarcófago, se narra su propio cortejo fúnebre, en una secuencia que comienza con la imagen del infante en su lecho de muerte y concluye con las oraciones por su alma. La tapa lleva alrededor escudos con sus armas y las del Temple, y la estatua yacente lo representa con bonete real, túnica y un manto heráldico.
El sepulcro de doña Inés es un poco más pequeño y presenta un diseño similar, aunque sin decoración en los lados menores. Su figura yacente se muestra con una tiara alta con barboquejo cubriéndole la boca y una túnica adornada con los escudos de su familia.
Originalmente, estos sepulcros se encontraban en la zona del coro, pero en 1926 fueron trasladados a la capilla de Santiago. Parte de los tejidos y adornos que cubrían los cuerpos de los difuntos aún se conservan en el Museo Arqueológico Nacional y en otros museos de diferentes países.
En esta misma capilla se encuentra también la bella imagen gótica de la Virgen Blanca. Es una talla del siglo XIII a la que se le atribuyen numerosos milagros, algunos de los cuales aparecen recogidos en las Cantigas del rey Alfonso X el Sabio.
La capilla de Santiago es, sin duda, un rincón fascinante de esta iglesia, donde el arte, la historia y la espiritualidad se funden para ofrecernos un testimonio único de la época medieval.