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IGLESIA DE SAN MARTÍN

En pleno Camino de Santiago, la iglesia de San Martín de Tours se alza como uno de los mejores exponentes del románico europeo. Su historia comienza en el siglo XI, cuando formaba parte de un monasterio fundado por doña Mayor, condesa de Castilla y reina de Navarra. Aunque el monasterio desapareció, la iglesia sigue en pie como testimonio de la espiritualidad y el arte medieval. Su importancia artística fue valorada desde muy pronto, pues en 1894 fue declarada Monumento Nacional, un reconocimiento que pocos edificios habían recibido hasta entonces. Sin embargo, a finales del siglo XIX, su estado de conservación era alarmante. Tanto es así, que se temía su derrumbe. Para evitarlo, se emprendió una ambiciosa restauración en la que se desmontaron y reconstruyeron las partes más deterioradas. Además, se eliminaron elementos añadidos con el paso de los siglos, como pórticos, la sacristía o el órgano, con el objetivo de devolverle su aspecto puramente románico. La iglesia reabrió sus puertas el 11 del 11 de 1911. El exterior del edificio es armónico y equilibrado. Llama la atención su cimborrio octogonal, los tres ábsides semicirculares y, sobre todo, las dos torrecillas cilíndricas de la fachada principal, que se han convertido en su emblema. En la torre de la izquierda, un gallo de metal vigila desde las alturas; el que coronaba la derecha desapareció tras ser alcanzado por un rayo. Si observamos con atención, veremos que todo el edificio está decorado con un friso de ajedrezado jaqués, un motivo geométrico muy característico del románico, que recorre los muros como si de un cinturón ornamental se tratara. Además, bajo los aleros de los tejados, más de 300 canecillos tallados en piedra representan una auténtica galería de figuras de animales, seres humanos y otras criaturas fantásticas. El interior es un espacio puro, sobrio y perfectamente proporcionado, donde la luz y la piedra crean un ambiente de recogimiento. Su estructura se organiza en tres naves cubiertas por bóvedas de medio cañón y en su centro se alza una impresionante cúpula semiesférica sobre el crucero.

IGLESIA DE SAN MARTÍN-CAPITELES

Si hay algo que hace especial a San Martín de Tours, es su colección de capiteles esculpidos, auténticas joyas del arte medieval. Un capitel es el remate que corona una columna y en el románico era mucho más que un simple adorno: en él se narraban historias, se enseñaban lecciones morales o se representaban símbolos religiosos. En San Martín encontramos tres tipos de capiteles. En primer lugar, encontramos aquellos que presentan una amplia decoración vegetal o animal. En segundo lugar, se pueden encontrar representaciones de diferentes escenas de la Biblia, como la expulsión del Paraíso o la adoración de los Reyes Magos. Finalmente, hay otros capiteles que tienen una clara intención moralizadora, como el que representa la fábula del cuervo y el zorro. Uno de los más interesantes es el que talló el llamado Maestro de la Orestíada, un escultor que también trabajó en la catedral de Jaca. Su nombre se debe a que se inspiró en un sarcófago romano hallado en el cercano pueblo de Husillos, que narraba el episodio mitológico de Orestes. A diferencia de otros capiteles románicos, donde las figuras son más esquemáticas, este sorprende por su naturalismo, con cuerpos desnudos que recuerdan el arte grecorromano. San Martín de Tours es, en definitiva, una de las obras maestras del románico. Un lugar donde la piedra cobra vida, donde cada relieve cuenta una historia y donde el arte medieval sigue cautivando a quienes lo contemplan siglos después de su creación.

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