En el año 1065 moría Fernando I de León que había logrado unificar bajo su poder el reino de León y el cada vez más poderoso condado de Castilla. Sin embargo, al final de su vida tomó una decisión que sumió a su reino en una terrible guerra civil: repartió su reino entre sus hijos. Los más favorecidos, naturalmente, fueron el nuevo rey de León, Alfonso VI, y Sancho II, considerado el primer rey de Castilla, y ambos querían lo que el resto de sus hermanos y hermanas tenían.
En algún día entre la Navidad del 1071 y el 12 de enero 1072 se enfrentaron en el paraje de Golpejera, entre las localidades de Villarmentero de Campos y Lomas, los ejércitos de ambos reyes, y aquella batalla fue decisiva.
Alfonso VI contaba con el apoyo de Pedro Ansúrez, conde de Saldaña y futuro fundador de Valladolid. Sancho II, tenía a su lado a uno de los guerreros más legendarios de la historia: Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador, quien jugó un papel clave en la contienda.
En un primer momento, la victoria pareció estar del lado leonés. Las tropas de Sancho se retiraron, dejando su campamento en manos del enemigo. Sin embargo, el castellano no se rindió. Antes del amanecer, lanzó un ataque sorpresa contra las confiadas tropas de su hermano, logrando una victoria total.
Alfonso VI huyó hasta Carrión de los Condes, pero allí fue capturado y trasladado a Burgos. Con esta victoria, Sancho II se convirtió en rey de León, Castilla y Galicia, unificando el territorio bajo su corona.
No obstante, su reinado fue breve. En octubre de ese mismo año, mientras sitiaba Zamora, ciudad gobernada por su hermana Urraca, Sancho fue asesinado. Este episodio dio origen a la famosa Jura de Santa Gadea, en la que, según la leyenda, el Cid exigió a Alfonso VI que jurase no haber participado en la muerte de su hermano.
Pero esa… es otra historia.